La celebración del día de la tierra existe como consecuencia de la crisis climática y su agravamiento. Una realidad constante y avalada por estudios recientes que demuestran que las emisiones globales de CO2 (uno de los principales gases que produce efecto invernadero) han vuelto a los niveles previos a la pandemia provocada por la Covid-19, de tal manera que aunque transitoriamente sí se han reducido las emisiones durante esta etapa global (menor actividad industrial, menor generación eléctrica, reducción de desplazamientos, etc.) el cambio climático no se ha aplacado.

La celebración del Día de la Tierra post-pandemia

La celebración del primer Día de la Tierra post-pandemia se convierte en una nueva oportunidad para intentar cambiar las cosas ya que la Covid-19 no deja de poder interpretarse también como una advertencia de que debemos cambiar determinadas pautas en nuestro día a día porque de no hacerlo, el camino de desarrollo y evolución destructiva que hemos emprendido nos conducirá inevitablemente a situaciones irreversibles.

Es posible evitar un desastre de dimensiones catastróficas

A este ritmo, el target marcado de reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 43% antes de 2030 para lograr mantener a raya el calentamiento global en un 1,5-2° centígrados, parece difícil de conseguir, no impidiendo por tanto que en este siglo el aumento de la temperatura sea menor de 3° C.

Con el objetivo de luchar por la protección del medioambiente subrayando medidas urgentes que hay que implementar a nivel mundial para salvar al planeta, en 1970 surge en EEUU un movimiento que conforme pasa el tiempo irá aglutinando a millones de personas en todo el mundo y cuyo momento reivindicativo por excelencia es el Día de la Tierra, que debe entenderse como una gran oportunidad de hacer llegar a las instituciones la urgencia de emprender acciones de forma global, porque si bien es cierto que ya no se puede dar marcha atrás y arreglar lo que ya no tiene remedio, aún estamos a tiempo de evitar un desastre de dimensiones catastróficas.

La ONU vuelve a atribuir especial responsabilidad al G20, alegando la insuficiencia de recursos que estos destinan explícitamente a la reducción de las emisiones de carbono aunque como nota positiva destaca el aumento del número de países que se han comprometido a conseguir a largo plazo lo que se denomina la Neutralidad de Carbono, es decir, que sus emisiones netas de CO2 sean igual a cero.